jueves, 21 de julio de 2011

SALIDA O AVENTURA EN EL CAÑON DE AÑISCLO.





CRONICA DE FERNANDO, POR CIERTO, MUY ACERTADA.



El día de la salida al Cañón de Añisclo es para ser recordada por mucho tiempo. Marchábamos de Hecho a las siete y pico de la mañana montados en el autobús que nos iba a llevar hasta el Parque de Ordesa. A Angelito se le pegaron las sábanas y tuvimos que esperarlo un poco.
El día amaneció gris amenazando lluvia y el trayecto hasta Nerín lo hicimos sin incidentes después de casi dos horas y media de camino. Allí teníamos que coger otro autobús que nos iba a dejar en el punto dónde empezaríamos la caminata, sin embargo, debido a una descoordinación por parte de la organización de los autobuses salimos más tarde. Mientras almorzábamos llegaron un montón de belgas con los que compartimos el autobús, claro, ellos hablaban en belga, flamenco o vete a saber que dialecto. Talo decía que si verdes las han segado, otro, ¡que manada cardelinos!, alguno empezó a charrar todo en cheso.
El viaje costaba 15€, y aquel chofer no paraba de vender billetes hasta que nos dimos cuenta de que estaba metiendo más gente que asientos había, de manera que algunos de los nuestros tuvieron que hacer el viaje en una furgoneta conducida por el propio José. No sé si a éste le saldría el viaje gratis o le echarían alguna perra por el servicio, pero lo que si sé es que cuando dejamos los vehículos Chade y José estaban negociando con el conductor del autobús un asunto de ganado.
Nos pusimos en marcha en un punto donde la visibilidad era escasa debido a la niebla. Hacia poco calor y empezó a llover fino. Como no se veía nos costó un poco, al principio, atinar con el camino, pero una vez tomado, aún con boira, el paisaje se intuía magnífico. La nube iba y venía y entre tanto podíamos apreciar los precipicios que a nuestro lado había. Juanito apuntó una de las veces "el balcón de Pilatos", y yo le dije "o sea que así se llama" creo que en todo el recorrido hubo media docena de balcones de Pilatos.
La niebla se fue levantando dejando paso al sol. Había praderas de lirios y chordigas, encontramos ganado y a lo lejos algunos sarrios. Justo antes de empezar a bajar hacia el interior del cañón el sendero desapareció y nos costó encontrar la bajada. Desde ese punto se podía admirar el collado de Añisclo, cabecero del cañón por el que se pasa al Valle de Pineta.
Empezamos a bajar la ladera una vez localizada la senda. Una senda muy poco transitada y bastante mal señalizada. El descenso hasta el río tuvimos que hacerlo con mucho cuidado pues el camino estaba lleno de cuatros, cuarenta y cuatros y cuatrocientos cuarenta y cuatros.
Comimos en la orilla del agua una vez alcanzado el fondo alrededor de las dos y media de la tarde. Teníamos por delante cuatro horas de camino hasta San Urbed, pero se complicó un poco la cosa y al final fueron más de cinco. Yo cometí una estupidez y acabé con la rodilla en una piedra afilada al saltar el río. Talo sacó el botiquín, Jesús Cavalero me vendó y pude continuar. Nuria no sentía las piernas y le han salido moraduras en los sitios más insospechados. Pero creo que el que peor lo pasó fue Antonio, que le entró una pájara de cuidado y menos mal que el fenómeno aquel, funcionario del parque, tuvo la consideración de subirlo en coche hasta el autobús, que estaba en el quinto pino.
La excursión fue emocionante, hubo momentos de cierta tensión por la dificultad del camino y los problemas de salud que podríamos haber tenido alguno de nosotros, de manera que cuando llegamos al autobús respiramos aliviados y agotados, sin embargo la emoción no había hecho más que comenzar.


Eran las ocho y cuarto cuando salíamos del aparcamiento del cañón, el chofer nos había esperado más de la cuenta, su turno acababa a las nueve y no tenía intención de hacer horas extra. Cuarenta y cinco minutos desde este parking hasta Gavín, en autobús. ¿Os habéis montado en un simulador 3D en el que se te ponen los pelos de punta por el realismo del vértigo? Si. Pues esto era 4D y sin gafas. Me las quitaba y ponía porque no podía creer que fuese en un autobús quemando rueda por el Cotefablo. Menos mal que en Gavín se bajo Raikonen y subió uno que nos llevó a casa sin tanta samba.

La excursión habría que repetirla desde abajo ya que parece apreciarse mejor de esta manera la belleza del lugar. Pero a ver quien está arriba esperándonos.


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